jueves, 5 de febrero de 2009

MEMORIA FINAL

Hoy más que nunca, todos queremos ser guapos, agradar a los demás, estar dentro de los cánones de belleza instituidos por la sociedad.

Si la belleza es, como indican las enciclopedias, una propiedad que nos infunde amar una cosa por deleite, o el atributo de las cosas o seres humanos que impresiona favorablemente nuestro sentido estético, cabría preguntarnos qué características actuales tiene esa propiedad, que por algún motivo se está alejando de nosotros.

Antes no existía esa excesiva preocupación por cambiar. En ciertos casos se intentaba mejorar de alguna manera estos aspectos de la imagen personal, y en otros casos se contrarrestaban, con el desarrollo de otros atributos interesantes y seguramente, mucho más importantes de cada individuo. Es decir, no era condición esencial ser bellos, cueste lo que cueste, según los parámetros establecidos.

Ahora el tema es diferente. La sociedad ha cambiado y con ella nuestra forma de percibir el mundo. Actualmente son cada vez más las personas que se preocupan por rendirle culto al cuerpo, sin pararse a pensar que tal vez, lo que están necesitando, es una dosis de realidad y autoestima.

Las industrias de la belleza, moda, cosméticos, y la cinematografía hollywoodense en general, se encarga de introducir y moldear el ideal de belleza de la cultura occidental basado en un modelo estereotipado, que realza sus supuestas virtudes.

Para alcanzar el ideal de perfección que proponen la sociedad y los medios y seguir al pie de la letra los parámetros estéticos, somos capaces de someternos a lo que sea.

A parte de las dietas, el gimnasio…El avance de la ciencia, el acercamiento de la técnica, la aceptación y las mayores posibilidades de acceso a las prácticas de la medicina estética, han permitido y permiten que aumente significativamente el número de personas que entregan su cuerpo a los cirujanos con el objetivo de mejorar su aspecto.

Pareciera estar en contra de la cirugía estética o a favor delno cuidarse, de ser como se debe ser y simplemente dejar que la vida fluya. Pero, lejos de eso, que sería una utopía, considero que si bien en determinados casos es conveniente recurrir a la primera, necesitamos a nivel general, poner más el acento en la segunda idea.

Cuidarnos y aceptarnos, debería ser la consigna; intentando modificar esa concepción de lo estético que está tan arraigada en nuestras prácticas culturales y sociales; que se acerca más a lo nocivo y superficial, que a lo favorable, a lo saludable, a lo real.

Por supuesto, lo anterior no excluye la posibilidad de cuidar nuestra imagen, belleza y salud con buenos productos, tratamientos, etc.; la idea es encontrar el término medio que nos brinde la posibilidad de disfrutar de nuestro cuerpo, sin recurrir al artificio exagerado, que nada tiene que ver con la salud física y mental.

Por otro lado, pareciera que el reconocimiento y el respeto de los otros, sólo puede obtenerse a través de lo externo, mientras se dejan las cuestiones interiores sólo a algunos genios o privilegiados. Una cosa no debería excluir a la otra.

Tal vez uno de los grandes inconvenientes surja de la distorsión del concepto de belleza actual. Esto nos impide decidir qué consideramos bello de verdad, más allá de lo que se nos propone como tal; qué es lo que nos conviene, qué queremos ser externamente y de qué manera elegimos enfrentarnos al mundo.


El concurso al que mejor se ciñe el tema es al de "Imagina San Javier, Arte en la calle", ya que la idea es representarlo en la calle.

Y la mejor forma de representar esta crítica es por medio de la imagen manipulada, que es el medio por el que se nos presenta habitualmente.

Por ello he realizado una serie de fotografías en picado y contrapicado que hacen referencia a la distorsión de la sociedad por los medios de comunicación.

La forma de presentarlo en la calle sería en paneles con las fotografias, a lo largo del Malecón de Murcia, puesto que es un lugar con bastante tránsito y sobre todo de gente que sale a correr, hacer ejercicio o simplemente a pasear, preocupada por su aspecto físico.

Vivimos la cultura de lo inmediato, de la imagen, de lo tangible, de lo que se ve y se disfruta ahora, en contraposición de lo que lleva más tiempo conseguir, pero que sin lugar a dudas, es lo que perdurará a través del tiempo.